“Hay cuatro discursos. Cada uno se cree la verdad. Sólo el discurso analítico es una excepción. Sería mejor que éste domine, se concluirá, pero justamente este discurso excluye la dominación, en otras palabras, no enseña nada..”[1]
La enseñanza del psicoanálisis en la universidad, resulta muchas veces cuestionada. Allí convive con otros discursos, los cuales, muchas veces, objetan su cientificidad, denigrando sus postulados, argumentando lo anticuado de sus planteos.
Tanto Freud como Lacan marcaron alguna orientación para pensar el lugar y la enseñanza del psicoanálisis en la institución universitaria. A propósito de la creación de la primera cátedra de Psicoanálisis en Budapest a cargo de Ferenczi, Freud se pregunta si debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad y nos brinda sus razones para ello[2]. En sus argumentos, destaca su interés epistémico, clínico y político. Aún así, no reserva para el analista su formación en la universidad, sino que es una propuesta para la carrera del médico, así como en lo concerniente al tratamiento de problemáticas artísticas, filosóficas o religiosas.
Lacan tampoco excluye la enseñanza del psicoanálisis en la universidad. En 1978, cuatro años después de la creación del Departamento de Psicoanálisis en Vincennes, dirá: “La antipatía de los discursos universitario y analítico, ¿será superada en Vincennes? Ciertamente no. Ella es explotada allí… se constata que al confrontarse con su imposible la enseñanza se renueva…”[3]. Antipatía de discursos y propuesta que el discurso analítico pueda renovar el discurso universitario, aireándolo, a partir de la experiencia analítica.
En el Seminario XVII Lacan se refiere a cuatro discursos, en donde cada uno de ellos establece tipos posibles de lazo social, aquellos que orientan y guían las relaciones intersubjetivas. En la estructura del Discurso Universitario, el saber ocupa el lugar de agente, de dominio. Se trata de un discurso que se sostiene en la hegemonía del saber universal, repetitivo, de manual. El Discurso universitario, con su todo-saber, produce un sujeto[4], un sujeto en falta. Así, puede decirse que la educación produce un sujeto.
Este modo de discurso, no se confunde con la Universidad. La universidad es la encargada de otorgar el título académico. Así, junto a la matrícula, habilitan y autorizan al profesional que los tiene para comenzar a atender. Pero si nos remitimos a la universidad o a la carrera de psicología, la universidad no forma analistas.
El Discurso Analítico, orienta y produce otra cosa. Como lazo, se dirige a causar el deseo singular en el analizante, escribiendo una experiencia no homogeneizable.
Freud ubica que enseñar es una de las profesiones imposibles junto a gobernar y analizar. Lacan se pregunta “¿Cómo hacer para enseñar aquello que no se enseña? He allí aquello en lo cual Freud caminó”[5]. El discurso analítico, no es materia de enseñanza. Que su fin no sea la dominación, lleva a pensar que desde el lugar de dominio, el psicoanálisis no enseña nada.
Escuela y Universidad
La universidad trabaja alrededor de la enseñanza, la investigación y la producción de conocimientos. En ella, el saber queda ligado a la enseñanza como transmisión de contenidos. De su demostración y adquisición dependerá la obtención de un título.
En psicoanálisis el saber también ocupa su lugar. De hecho, Freud describe que se constituye como un nuevo fragmento de saber fundado en la noción de inconsciente, y por lo tanto como saber no sabido. Incluso la transferencia, centro de la experiencia analítica, se define en una de sus vertientes como suposición de saber, suposición de que eso quiere decir algo.
En el texto situado al comienzo, Freud va un poco más allá. Plantea que el psicoanálisis, “…puede por su parte, prescindir de la universidad sin menoscabo alguno para su formación…”[6]. Para los analistas, no hace entrar la formación en la universidad, sino que la formación del analista está en relación al análisis personal, la enseñanza y el control.
Más allá de situar la importancia de la enseñanza del psicoanálisis en la formación del médico, Freud indica que las asociaciones psicoanalíticas “…deben su existencia, precisamente a la exclusión de que el psicoanálisis ha sido objeto por la universidad. Es evidente, pues que seguirán cumpliendo una función útil mientras se mantenga dicha exclusión”[7].
Lacan crea una Escuela para la formación del analista. En su centro también está el saber. Y también, sin dudas en la experiencia de escuela está la transferencia. Aunque allí, se introduce una novedad: el saber expuesto. Pasaje del analista que encarna el saber supuesto de la transferencia, al que puede teorizar de los efectos de la práctica volviendo transmisible la opacidad de la experiencia analítica. A su vez, la investigación también tiene su lugar en la Escuela. El cartel, como el dispositivo del pase serán sus modos privilegiados.
En la cita del comienzo, Lacan indica que el discurso analítico es una excepción a creerse la verdad. Si se la cree caerá en la impostura. En todo caso, habrán verdades, variedades[8]. Ahora bien, “…el saber constituye la verdad de nuestro discurso…”[9]. Parece una paradoja ubicar el saber en el lugar de la verdad. ¿de qué saber se trata?
En 1970 Lacan hace notar que en la enseñanza no hay garantía de transmisión de un saber. Afirmará que “…una enseñanza no significa que ella les haya enseñado nada, que de ella resulte un saber…”[10] Esta advertencia se opone a la idea generalizada que implica que una enseñanza es la transmisión de un saber del docente al alumno, del enseñante al enseñado. Pareja clásica en la pedagogía y en las teorías del aprendizaje.
Lacan realiza una operación, que separa la enseñanza del saber, advirtiendo que “…la enseñanza puede estar hecha para hacerle barrera al saber…de donde surge la poca evidencia, digamos de la relación saber-enseñanza…”[11] Saber que apunta aquí a lo no homogeniezable ni estandarizado para todos.
Ahora bien, ¿qué es enseñar? Porque en el marco de la Escuela hablamos de distintas enseñanzas: la de Lacan, la de los testimonios de pase.
El problema parece ser establecer una continuidad entre saber y enseñanza. Tomo como brújula la pregunta de Lacan, cómo hacer para enseñar lo que no se enseña, porque lo que me interesa subrayar es el saber del que se trata en un análisis, aquel que se extrae de la experiencia analítica, escapa a lo simbolizable e imaginarizable. No se trata de la transmisión de una acumulación de saber. Si hay enseñanza, ésta se produce contingentemente. Toma la forma de bordear, delimitar y hacer con una enseñanza que se orienta por lo real, por la misma imposibilidad.
Una vuelta más. Lacan dirá “…lo que me salva de la enseñanza es el acto…”[12]. Afirmación que por un rodeo, diferencia la enseñanza del acto. Éste está del lado del despertar, causar, provocar la búsqueda. Situar la dimensión del acto no es cualquier punto. Es resaltar el deseo del enseñante en una posición de analizante, responsable de su enunciación. Esto es que el saber no ocupa el lugar de dominio, de poder, sino que la enseñanza es posible en los bordes del no saber, abriendo las puertas a la interrogación, a la discusión y a la conversación.
Así, saber, enseñanza y formación… estos tres, no sugieren la misma cosa en la Universidad que en la Escuela. Tres que hacen con lo imposible de modos distintos. Si podemos hablar de formación del analista, es porque en principio es un efecto que se produce uno por uno, contingentemente, donde la experiencia y lo que se extrae de ella, a la vez que del saber textual y la práctica, resultan fundamentales.
No es universal cómo se forma un analista. Éste es el resultado de un traumatismo[13], , que bien puede producirse del encuentro contingente con la falla en el saber en el análisis, en la práctica o en el control… o quizás, en el encuentro con las lecturas o con algún practicante del psicoanálisis que oficie de docente en la universidad.
NOTAS
- Lacan, J.(1978), “¡Lacan por Vincennes!”. Revista Lacaniana de Psicoanálisis Buenos Aires, EOL, Grama Ediciones N°11 Octubre 2011 pag. 7
- Freud, S. (1918/19), “¿Debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad?”, en Obras Completas, A.E. T. XVII, p.169.
- Lacan, J.(1978), “¡Lacan por Vincennes!”. Revista Lacaniana de Psicoanálisis Buenos Aires, EOL, Grama Ediciones N°11 Octubre 2011 pag. 7
- Schejtman, F. Et. al., “Psicoanálisis y universidad”, en El murciélago, nueva época, nº 8, abril/julio 1998, Fundación Descartes, p. 2-15.
- Lacan, J. “¡Lacan por Vincennes!”. Lacaniana, n° 11, Grama, Buenos Aires, 2011.
- Freud, S. (1918/1919), “¿Debe enseñarse el psicoanálisis en la universidad?”, en Obras Completas, t. XVII, p.169.
- ibid, 169
- Miller, J.-A (2007-08) Todo el mundo es loco, Paidòs, Bs.As., p 324-5.
- Lacan, J (1970) Alocución sobre la enseñanza en Otros escritos, 2014 322
- Ibid. p 317
- Ibid, p 318
- ibid p 323
- Brodsky, G. “Efecto de formaciòn de los analistas” en https://www.revistavirtualia.com/articulos/709/la-formacion-del-analista/conferencia-en-la-ecf-sobre-el-efecto-de-formacion-de-los-analistas
Obra de Julieta Cantarelli